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Es en las verdaderas crisis donde se evidencia la existencia de esos líderes, es en estos momentos que descubrimos que quienes nos gobiernan estaban o no están preparados para esa investidura y que solo actúan por las presiones de los grupos de interés. Para todo hemos tenido una receta, nos sentimos fuertes y sabedores de qué medidas tomar cuando hay una inestabilidad política, qué podemos hacer para mejorar los ingresos públicos, cómo superar la crisis educativa y hasta hemos pactado con el enemigo político, pero con un país que estaba económicamente desmantelado antes de la pandemia, la situación merece medidas estructurales.  Al parecer los períodos de cuarentena, de distanciamiento social seguirán imponiéndose, en tanto se encuentre la vacuna; quienes salgan obligados por los semáforos que establezcan los alcaldes o por la necesidad de llevar comida a sus hogares, por el asfixio que les produce sus condiciones precarias, podrían ser las nuevas víctimas de esta pandemia si no se toman medidas desde quienes nos gobiernan. Regresar a la normalidad, todos lo estamos deseando: ¿Cómo lo hacemos?, alguien nos asegura que se han tomado todas las medidas de bioseguridad, que hay protocolos, que hay suficientes reactivos para la toma de pruebas, que nuestro sistema de salud ya está preparado para detectar y asistir los enfermos.
¿Los alcaldes están seguros de tener las cifras de contagiados, de poder rastrear, minimizar los riesgos, controlar a los ciudadanos, es parte de sus competencias tomar este tipo de decisiones? ¿los comercios, las industrias, instituciones tienen medidas preventivas?
Pasar de la incertidumbre a la certeza, con reglas claras, con decisiones acertadas, puede dar espacio a un panorama más esperanzador en medio de esta crisis.