La obesidad infantil es un problema global, con 390 millones de niños y adolescentes de 5 a 19 años con sobrepeso en 2022, según la OMS. La dieta ultraprocesada, cargada de azúcares, grasas saturadas y aditivos, es un factor clave, explica Sofía Mera, nutricionista pediátrica. Alimentos como snacks, bebidas azucaradas y comidas rápidas desplazan opciones nutritivas, afectando el desarrollo.
Estos productos, altos en calorías pero bajos en nutrientes, promueven el aumento de peso al alterar el metabolismo. Mera señala que los niños que consumen ultraprocesados regularmente desarrollan preferencias por sabores intensos, dificultando la adopción de frutas y verduras. Esto eleva el riesgo de diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares a edades tempranas.
El acceso fácil a ultraprocesados, impulsado por su bajo costo y publicidad dirigida a niños, agrava la situación. La OMS estima que el 30% de los escolares consume bebidas azucaradas a diario, lo que contribuye al aumento de peso.
Impacto de los ultraprocesados en la salud infantil
La obesidad infantil no solo afecta el peso, sino también la salud integral. Los niños con sobrepeso enfrentan mayor riesgo de hipertensión, colesterol alto y problemas articulares, según la especialista. Además, el impacto psicológico es significativo, con casos de baja autoestima y ansiedad relacionados con la imagen corporal.
Los ultraprocesados, ricos en aditivos como jarabe de maíz, alteran la regulación del apetito, llevando a un consumo excesivo. En contraste, una dieta rica en alimentos frescos, como granos, legumbres y frutas, apoya el crecimiento saludable y previene enfermedades crónicas.
El entorno escolar también juega un rol. Muchas escuelas venden ultraprocesados en sus cafeterías, limitando opciones saludables. La OMS recomienda regular estos productos en entornos escolares para combatir la obesidad.
La obesidad infantil va en aumento
La OMS reporta que la obesidad en niños de 5 a 19 años ha crecido cuatro veces desde 1990, alcanzando 160 millones con obesidad en 2022. Factores como el sedentarismo, el acceso a pantallas y la falta de educación nutricional contribuyen al problema. En familias de bajos ingresos, los ultraprocesados son a menudo la opción más accesible, desplazando alimentos tradicionales.
Mera subraya la importancia de la educación familiar. “Los padres son modelos clave; si consumen ultraprocesados, los niños los imitan”, afirma. Programas de nutrición en escuelas podrían revertir esta tendencia, promoviendo hábitos saludables desde la infancia.
La OMS aboga por políticas públicas, como impuestos a bebidas azucaradas y etiquetado claro, para reducir el consumo de ultraprocesados. Estas medidas son cruciales para frenar la epidemia de obesidad.
Reemplazar ultraprocesados por alimentos frescos
La nutricionista aconseja limitar ultraprocesados y priorizar alimentos frescos. Sugiere planificar comidas con ingredientes locales, como plátanos, yuca o lentejas, que son nutritivos y económicos. Involucrar a los niños en la cocina fomenta hábitos saludables. Las escuelas deben ofrecer frutas y agua en lugar de snacks y gaseosas.
La OMS recomienda que los niños consuman al menos 400 gramos diarios de frutas y verduras y realicen 60 minutos de actividad física diaria para contrarrestar los efectos de la obesidad. Los padres deben revisar etiquetas y evitar productos con listas largas de ingredientes.

Un futuro más saludable
La dieta ultraprocesada impulsa la obesidad infantil, pero pequeños cambios pueden marcar la diferencia. Reducir ultraprocesados, fomentar dietas equilibradas y promover actividad física son clave para proteger la salud de los niños y garantizar un futuro libre de enfermedades crónicas.