Ejecutores hábiles de los instrumentos de viento y percusión, y con todo un repertorio de chorrocientas cientinisecuántas canciones, maestritas y maestritos le entran al bigbandeo con un entusiasmo contagiante. Saben lo que hacen y lo hacen con esmero, gusto, ganas y, ya lo dijimos pero lo repetimos, talento. A lo larguiancho de este 2008 que se acaba, la Big Band de la UEST ha dado palpables muestras de su bien hacer orquestal llevando un mensaje de música por aquí, por allá y acullá. Hace poco, no más, se lucieron en Guayaquil donde dejaron la huella de su música para encanto y deleite de un público que no se contenta con poco. De sus filas ya han marchado hacia nuevos rumbos, otras metas, aquellos integrantes que cumplieron su ciclo educativo en la UEST, pero, también es cierto que han dado plaza a nuevos alumnos aprendices que pronto pasan a dominar sus respectivos instrumentos. Razones por las cuales, Rosales, estamos a la espera del próximo concierto anual de este año, Montaño.