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CHINTOLO
La joven voz de Manabí
ETERNO Chinto sigue enarbolando su corazón en el cielo

El poeta Jacinto Santos Verduga (Bahía de Caráquez, 16 septiembre 1944-Guayaquil, 2 de diciembre de 1967) se fue joven y joven permanece su voz vibrando verso a verso en el azul de su poesía desgarrada, a veces, íntima, otras, pasional, siempre.

Lunes 03 Noviembre 2008 | 16:09

Tuve la oportunidad de conocerlo en mi casa cuando yo era un niño y él estaba abandonando esa adolescencia que nunca dejó a pesar de que al partir ya había recorrido todos los pasos de la existencia humana a trancos largos, apurados, intensamente vividos. Amigo de mis hermanos y admirador de la lírica de su profesor en el Vicente Rocafuerte, mi padre, en sus breves visitas se abría el alma como abrirse la camisa para mostrar su pecho frente a los proyectiles que la vida le lanzara y dos de los cuales se metió él mismo para marcharse antes de hora…Conversador entusiasta y febril, podía pasar de la más exaltada elocuencia al mutismo absoluto en un pestañear, apenas. Hoy, que memoro a Bahía de Caráquez, su tierra y la de mis ancestros, cuna de gente linda, urbe irrepetible, tengo entre mis manos el poemario “La llaga insomne”, edición de la Casa de la Cultura de Manabí, de febrero de 1979, cuando era subdirector del organismo el poeta Horacio Hidrovo Peñaherrera. Releo lo que sobre Chintolo dijeron Augusto Arias, Eliana Espinel, Fernando Macías Pinargote, que prologa la obra, y lo que el mismo Jacinto dice de sí en su brevísimo poema de anticipación macabra, “Profecía” (1967), de solo cuatro versos: “Se intoxicarán/ de tristeza/ los gusanos/ cuando yo muera”, y un cuchillo helado cruza por mis venas rasgándome la sangre hasta el alma. ¡Te recuerdo vivo, hermano!
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