El Gran Premio de Mónaco, que se disputará dentro de dos semanas, va a representar una prueba de fuego para los pilotos, que deberán afrontar un circuito que no perdona el más mínimo fallo, sin el control de tracción y posiblemente con la pista mojada para hacerlo más difícil. La supresión del control de tracción, puede jugar un papel protagonista en Mónaco, donde el más mínimo fallo se paga con un golpe contra los raíles de seguridad que delimitan toda la pista con mínimas escapatorias en algunos lugares críticos.