El comisario de Policía, Jhon Navarrete, recibió una orden de la Intendencia para que clausurara el local.
Dentro del establecimiento había más de 15 mujeres que laboraban sin el respectivo carné profiláctico.
Ellas fueron detenidas junto al administrador y el ayudante del burdel.
El pasado 11 de marzo el local también fue clausurado. Después de pocos días fue abierto por disposición de Carlos Poggi, intendente de Policía.
El funcionario justificó entonces la reapertura diciendo que desconocía que el local era un prostíbulo.
Poggi explicó que según le habían informado éste era un bar que no tenía permiso de funcionamiento.
El burdel funciona en el patio de una casa. Sus cuartos están insalubres. Además, al lugar, según los vecinos, llegan hasta policías uniformados.
Los habitantes esperan que el lugar no vuelva a ser reabierto por los escándalos frecuentes.