Creo que debemos tener los mismos derechos que cualquier ser humano, pero no creo que seamos iguales a los hombres como muchos demandan a gritos. 

Hombres y mujeres somos un complemento, pero tenemos tantas diferencias, así que comparto con ustedes algunas de éstas:  tenemos cromosomas diferentes (XX para mujer. XY para hombre); también nos diferencian las hormonas; el impulso sexual es mayor en el hombre; las mujeres estadísticamente tenemos mayor esperanza de vida.

En una presentación, la neurocientífica Daphna Joel habló de algunas diferencias entre el cerebro de una mujer y de un hombre; nosotras tenemos el cerebro más pequeño, la corteza más gruesa, más materia gris, etc.; pero estas diferencias no implican que unos sean más inteligentes que otros. 

Las mujeres en su mayoría somos muy expresivas con nuestros sentimientos a diferencia de los varones; tenemos un lenguaje lleno de contrastes, y nos expresamos de modos distintos con el cuerpo.

Obviamente hay muchas mujeres en situación de riesgo, ganando menos que los hombres por trabajos iguales, siendo maltratadas, y también están aquellas féminas que han llenado de orgullo al país, hay que inclinar la balanza para la segunda realidad; para eso debemos prepararnos, estudiar, ser creativas, emprendedoras, solidarias.

Hay mujeres reconocidas a lo largo de la historia como Manuela Sáenz, que participó en el proceso independentista; Matilde Hidalgo de Prócel, quien impulsó el voto femenino; Fanny León Cordero, la primera jueza del Ecuador; Hermelinda Urvina, la primera piloto ecuatoriana; María Zúñiga, primera graduada como médico; Mariana de Jesús, la primera santa ecuatoriana; la pesista Alexandra Escobar, que nos ha llenado de triunfos; como ellas, hay miles de féminas que han librado sus propias luchas para salir adelante en diferentes ámbitos. Lamentablemente también está la otra cara de la moneda.

En lo personal, me gustan las historias de las escritoras Jane Austen (Orgullo y Prejuicio), Louisa May Alcott (Mujercitas), Isabel Allende (Paula), porque resaltan los rasgos fuertes de las mujeres con los que me identifico; porque rompieron esquemas, especialmente las dos primeras, quienes escribieron en una época aún difícil para las féminas.

En alguna época nadie hubiera imaginado que la científica Marie Curie, la astronauta Valentina Tereshkova o la aviadora Amelia Earhart nacieron para hacer historia.