La política en el país está divida desde hace años en correístas y anticorreístas.
La ambición por el poder ha profundizado este fraccionamiento y las consecuencias son un país lleno de corrupción, de venganza, prófugos y perseguidos políticos.
Mientras cada bando habla mal del “enemigo”, el ciudadano está sin trabajo, y quienes trabajamos tenemos sueldo reducido. El país está con altos niveles de informalidad laboral y pobreza. Sin embargo, los precios de los alimentos y servicios básicos son muy costosos, como si estuviéramos en un país desarrollado.
Correístas y anticorreístas, si quieren captar votos deben mostrar sus recetas para generar empleo, decir si van a eliminar la Ley Humanitaria, que perjudica al trabajador, y cómo van a bajar los altos costos de los servicios básicos.
A la gente le interesa saber cuándo van a llegar las vacunas y cómo atender a los enfermos. En los hospitales no hay ni sedantes. No se ataquen tanto, den propuestas.
Los candidatos deben comprometerse a cobrarle las deudas a las grandes empresas y no tener funcionarios corruptos.
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