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La placa del odio en su máxima expresión
La placa del odio en su máxima expresión
Por: Lenin Manuel Moreira Moreira

Jueves 14 Enero 2021 | 10:50

 De esa manera debería llamarse la placa que, en días pasados, colocaron en el palacio de Carondelet, cuyo encabezamiento es el nombre de Rafael Vicente Correa Delgado, expresidente de Ecuador, y varias personas que militaron con él y fueron funcionarios de su administración.

Tanto es el odio y el temor del establishment nacional e internacional que lo urdieron de forma legal para sumar a la sentencia jurídica esta figura para estigmatizar por vida a estos ciudadanos -especialmente el primero- por haber servido al país, y si hubo errores de forma puntualizarlo, como lo hicieron buscando la aguja en el pajar donde la conjura fue total por parte de la derecha y el acolite de las instituciones jurídicas y la complacencia de un gobierno que sólo se constituyó en ser detractor, fiscal, jurado y verdugo de su exmentor que defendía a ultranza  la Revolución Ciudadana cuando fue parte de ella. A Eloy Alfaro una horda de fanáticos lo asesinó de forma salvaje y ruin, empujada por el clero, los medios de información -mal llamados de comunicación- públicos y la oligarquía reinante en esa época. La posteridad reivindicó su nombre como el mejor ciudadano ecuatoriano de todos los tiempos. No obstante, la sevicia de los que inmolaron a Alfaro ha encontrado homólogos en tiempos de internet y la era digital con método diferente.
Jamás en la historia se han dado casos semejantes; Hitler, Mussolini, Amin Dada, García Moreno, etc. son acusados por la posteridad, algunos tienen estatuas para “perennizar” su “ejemplo”, pero no los han infamado en una placa. A los asesinos en serie, a narcotraficantes y delincuentes en general los juzgan y condenan, varios salen libres por la conducta inusual de magistrados venales aduciendo que hay que darles oportunidad de regenerarse.
Quienes constan en la placa aludida han recibido una marca de réprobos, un baldón no sólo para ellos, sino para su familia y sus respectivas generaciones. Es probable que ese impacto psicológico genere -si no están preparados emocionalmente- un resentimiento social que puede traducirse en acciones equivocadas.
El odio exacerbado a quien osó golpear el tablero de la oligarquía no previó las consecuencias de su inconsciente actitud, cuyo trasfondo más allá de lo legal, no de la justicia, es realmente político, pues temen que al igual que el Ave Fénix, aquél que han condenado a prisión y enviado al ostracismo, regrese y ocupe el lugar que un gran sector o la mayoría de un pueblo agradecido le tenga reservado.
 
Lenin Manuel Moreira Moreira
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