La provincia suele enfrentar este problema con bastante frecuencia. La mayoría de los ríos pierde caudal durante la época seca y no son pocas las ocasiones en que las lluvias se atrasan y el sector agropecuario, sobre todo, empieza a sufrir pérdidas cuantiosas.

Por lo repetitivo de este inconveniente, es necesario que las instituciones locales armen un plan de emergencia que pueda aplicarse en toda la provincia. Lo ideal sería el abastecimiento de agua en forma permanente, para evitar pérdidas a los agricultores y ganaderos, de manera especial.

El Gobierno debería impulsar la ejecución de las obras contempladas en el proyecto hídrico de Manabí, que pese a que han transcurrido décadas, apenas tiene un avance del 50 por ciento.

La provincia seguirá creciendo y es necesario que se planifique cómo hacerle frente a este recurrente problema, que podría agravarse con el natural incremento de la demanda, tanto por el aumento de la población como por la necesidad de alimentos.

Ya es hora de que Manabí deje de ir de emergencia en emergencia y que se trabaje en un mejor aprovechamiento de los recursos.