Hacer pronósticos sobre la próxima elección puede ser uno de esos juegos entretenidos, una lotería que puede premiar con el sillón de Carondelet a cualquiera. 

Establezcamos que la ‘buena’ política es necesaria, pero con esto no quiero decir que me alegra el hecho de ver ‘caras nuevas’ en la papeleta. Hacer carrera política no es malo, pero siendo sinceros, pocos ciertamente tienen la capacidad para ser líderes y manejar al país, otros van por su ego, pero para muchos es solo un negocio y una forma de vida ligados a la ‘mala’ política. ¿Tienen el temple para enfrentar circunstancias adversas? O quizás solo sea una plataforma para llegar al poder y hacer de las suyas.

Lasso, el principal candidato de centro/derecha, realizó una alianza histórica con el líder del PSC, Jaime Nebot, demostrando así que el país puede y debe estar siempre por delante de cualquier diferencia política y personal. El correísmo anunció la fórmula Arauz-Rabascall, pero con muchos desaciertos y vacíos legales, inscribieron a un candidato que nunca cumplió con las normas y pasos para participar en las elecciones, tal como la ley manda. 

Esta es la elección más importante, ya que está en juego si Ecuador se mantiene como país de libertad de pensamiento y economía abierta, u optamos por un camino similar al de Venezuela y recientemente al de Argentina. El enjambre de candidatos cuya agenda va por la figuración y no la elección, incrementa las posibilidades de la vía socialista. De ahí el imperativo de la población de votar bien y a conciencia. 

Quienes no están por el correísmo, deben votar útil, es decir, escoger entre quienes tienen una verdadera opción de ganar. El nuevo presidente enfrentará retos durísimos, tanto reducir el gigantesco hueco fiscal como retornar la competitividad a la economía, para poder salir del estancamiento. El presidente necesitará además de un bloque legislativo fuerte, que torne probable alcanzar la mayoría absoluta de la mano de alguna alianza con una fuerza política afín.

Estoy aterrada por el solo hecho de dejar a mi país a la suerte de unos delincuentes. Esta no será una elección cualquiera. Está en juego nuestro futuro y el de los que están por llegar.