Primero la escasez, que aún se mantiene en decenas de barrios, y segundo por la calidad.

Que Manta se abastezca de un río contaminado, en El Ceibal, de Rocafuerte, ya revela mucho. 

Actualmente se recibe agua desde la represa  La Esperanza, y la cosa no mejora. 

El acueducto que viene desde Caza Lagarto en Santa Ana no abastece.

La calidad del agua es pésima. No es apta para el consumo, porque nadie la bebe del grifo.

Hasta dos veces por semana el líquido que llega es oscuro, café.

No sirve para bañarse ni para lavar ropa.

Los administradores, que desde siempre han despilfarrado los recursos de la empresa de agua, no logran solucionar el tema de la escasez ni de calidad. Tampoco acabar la contaminación. Se necesita técnicos capaces, que diseñen la solución definitiva y no aumentar la nómina en cada administración municipal ni inventarse puestos cambiando la estructura organizacional.