Actualizado hace: 931 días 12 horas 9 minutos
Jairo Fabián Alcívar Arteaga
Tame y el Reales Tamarindos

Los dos fallecen irremediablemente. El primero en estado adiposo, cancerígeno, con una pesada esclerosis que lo inmovilizó por largo tiempo; ya nadie lo quiere ni defiende. En cambio, el otro muere altivo, recio y mirando de frente a sus verdugos, recibiendo de ellos incontables heridas, pero les obliga a bajar la mirada por su desvergüenza.

Domingo 31 Mayo 2020 | 04:00

Los dos fueron íconos por lustros, más de 30 años atrás enarbolaban el bienestar y orgullo portovejense, porque Portoviejo era de las mejores rutas aéreas que servían Tame a nivel nacional; siempre llenos sus vuelos todos los días. Jamás existió novedad alguna que resintiera su exitosa operación en las dos entidades que eran administradas por la FAE. Hasta que torpes decisiones aeronáuticas llevaron en la última década del siglo pasado a desertificar a Ecuador de Categoría 1 a la 2. Consecuencia: imposibilidad de volar con bandera nacional al exterior.
El poder político-económico de Quito y Guayaquil acorraló a la FAE para su ruptura con la DAC. Y lo lograron el 2001 en el gobierno de Gustavo Noboa, apropiándose de (la carne) los aeropuertos internacionales de Quito y Guayaquil, dejando (el hueso) a la aviación doméstica en indefensión económica. Previo a este desenlace, a fines de los años 90, desesperada, la FAE intentó quedarse con el control de varios aeropuertos a cambio de entregar la DAC.
Y comenzó el calvario del aeropuerto Reales Tamarindos, desprestigiando su servicio como  inseguro, antitécnico, que detenía el desarrollo de la ciudad. Sospechosamente suprimieron vuelos, cambiaron horarios. Enviaban aeronaves pequeñas e incómodas, que tenía dificultades meteorológicas que nunca existieron, etc.
Tame se prestó para aquello, como un verdugo más del  añoso aeropuerto de un récord envidiable: cero accidente en siete décadas. Y los portovejenses sucumbimos a intereses ajenos dejándonos engañar, con autoridades alcahuetas y noveleras que gustan remedar a otros o por caprichos personales
Hoy mueren los dos: el primero, que a pesar de enormes transfusiones económicas ya nadie lo quiere; en cambio el otro ha resistido solo en su agonía, acompañado  por su enorme prestigio y el cariño de su gente, que lo siente, llenando de vergüenza a pusilánimes autoridades locales envanecidas por poderes pasajeros, desnudando a cobardes exautoridades que lo apuñalaron a traición. Los dos fenecen víctima de ese despreciable virus que no tiene vacuna: los políticos, miserables políticos.
Algún día habrá justicia para el aeropuerticidio.

 

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