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Jéssica Chávez Pisco
Realidades multidimensionales frente a la pandemia

Miércoles 27 Mayo 2020 | 04:00

Con una  población mundial de aproximadamente 7.000 millones de personas, y con  estimaciones de las Naciones Unidas que indican que para el año 2025 seremos 8.500 millones, seguimos enfrentándonos a un acelerado crecimiento poblacional, causante de permanentes fragmentaciones de  ecosistemas naturales, génesis de un sinnúmero de actividades humanas no planificadas sosteniblemente, que dejarán expuestos diversos  patógenos, virus o bacterias  a través de la zoonosis, causante de enfermedades mortales como gripe aviar, porcina,  Zika,  COVID-19, entre otras. Además, los altos niveles de polución son, pues, un agravante que podría empeorar el estado de salud de los pacientes afectados por la actual pandemia. Un estudio de Global Burden of Disease identificó que el aumento de micrómetro de partículas finas (PM 2,5)  por metro cúbico de aire, estaría asociado con un incremento de un 15 % de la tasa de mortalidad por COVID-19. En Ecuador, según la  OMS (2012-2013), las ciudades de Santo Domingo, Milagro, Quito, Latacunga, Manta y Portoviejo sobrepasan los niveles internacionales de contaminación perjudiciales para la salud. Ibarra, Cuenca y Ambato son las ciudades menos polutas con 9 ug/m3 de PM2,5.

El cambio climático acelera el derretimiento del permafrost, capas del suelo permanentemente congeladas en las regiones polares, conocido también como el congelador múltiples. Virus y bacterias antiguos que han permanecido latentes y, con las olas de calor,  podrían volver a la vida, como el brote de ántrax y más agentes biológicos mortales, desconocidos para la ciencia de la salud.
A estos antecedentes,  sumamos instancias  de gobierno  con un   débil  manejo en  datos e información  de las ciencias de cambio climático, así como en la Gestión de Riesgos, creando un desacertado desarrollo  territorial en todas sus dimensiones económicas-productivas, socioculturales y ambientales, actuando bajo líneas de acción improvisadas ante eventos adversos. 
Con estos niveles de presión multidimensionales, resulta prioritario, además, trabajar en acciones humanitarias, basadas en una  organización interinstitucional  para reactivarse ante desastres y crisis, con enfoque simbiótico hacia el consumo de artículos y productos de artesanos, emprendedores,  agricultores locales, etc., y superando acciones parche como la entrega de kits de alimentos,  carente en información relevante para su eficacia pre y post eventos como grupos prioritarios, valores nutricionales por  producto, ni  información estratégica sobre cadena productiva que la conforma.
Por lo tanto, no pidamos volver a la normalidad, exijamos y seamos partícipes de un desarrollo sostenible,  respetuosos de los  recursos naturales vitales para nuestra supervivencia, y que hoy más que nunca alza su voz.
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