El Registro Único de Artistas y Gestores Culturales es, según consta en la página web del Ministerio de Cultura, un recurso para personas relacionadas con actividades culturales que deseen acogerse a los beneficios que se otorgan a través de él. Entonces, ¿el trabajo pasó de ser un derecho a un beneficio?

Es sorprendente que se pongan trabas y se autorice a unos por constar en un listado de un organismo público.

Un músico o un cantante, como cualquier profesional, debe tener la libertad de ejercer su actividad, siempre y cuando pague los impuestos y trabaje ajustado a principios éticos y legales. Un esposo o un hijo debe tener la posibilidad de escoger a cualquier artista para llevarle una serenata a su madre en su día.

En este caso, si se permite que, por esta vez, haya este tipo de actividad, el único requerimiento debe ser que se apliquen los protocolos de seguridad y que el desplazamiento sea únicamente para cumplir este trabajo.

Esta visión centralizada y burocrática vulnera el derecho al trabajo y la libertad de las personas de contratar a quien ellos deseen.