Según cálculos del Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA) en Estados Unidos, en China se ha producido una disminución en las emisiones de CO2 de, al menos, un 25%, debido a una reducción en el consumo de combustibles fósiles como petróleo, gas o carbón, una cifra que representa, a nivel global, una reducción del 6%. La Alianza Europea de Salud Pública (EPHA) sostiene que “las personas que han estado continuamente expuestas a altos niveles de contaminación del aire son más propensas a contraer el coronavirus y tienen más riesgo de muerte”.
La contaminación ambiental también produce partículas contaminantes microscópicas que usualmente las denominamos material particulado provenientes de la actividad industrial, tubos de escape o incendios forestales, de las cuales existen dos tipos según su diámetro, PM10 (10 µm) y PM2.5 (2.5 µm). Son elementos tóxicos que atraviesan el sistema respiratorio causando enfermedades agudas, acumulativas y crónicas además de daños pulmonares.
En Ecuador se generan entre 28 y 46 microgramos por m3 (µg/m3) de partículas PM2.5 y de conformidad a la normativa nacional, el límite máximo es de 15 µg/m3. Actualmente producto del aislamiento se encuentra entre 4 y 8 µg/m3.
Se requiere cambiar nuestro hábito y estilo de vida que servirá para proteger el ambiente mejorando nuestra salud y el bienestar de las futuras generaciones. Éste “respiro” sería un corto paréntesis si no se toma conciencia y se aplican acciones de prevención.
Cuando se retome la reactivación económica, las estrategias deben conducir a políticas públicas severas en beneficio de un desarrollo sostenible y sustentable que favorezcan a los más afectados y pobres de la sociedad; será importante que las energías a ser impulsadas y promovidas para sean aquellas menos contaminantes. En Ecuador tenemos fuentes de energía subutilizadas, como la energía mareomotriz, la eólica y la solar; la inversión debe estar dirigida al uso y masificación de estos sistemas de energía, tan abundantes en la Costa y Sierra. Es momento de considerar cómo usar las estrategias y proyectos para apoyar un cambio a largo plazo hacia prácticas comerciales, industriales, de producción más amigables con el ambiente y el clima.