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Vanessa Rodríguez Egüez
Lecciones de generosidad

Les voy a contar cómo vive la cuarentena María Luisa Peñarrieta, de 49 años, quien trabaja a medio tiempo como empleada doméstica.

Jueves 23 Abril 2020 | 04:00

 Les voy a contar cómo vive la cuarentena María Luisa Peñarrieta, de 49 años, quien trabaja a medio tiempo como empleada doméstica.

A mediados de marzo, recibió su sueldo adelantado y se fue con sus hijas y nietos. Para ella, quedarse en casa ha sido muy difícil porque no tiene servicios básicos y su terreno se inunda cuando llueve. Vive a casi una hora -tomando dos buses- de su lugar de trabajo, en un área periurbana donde prácticamente no hay nada cerca.
Es la única que trabaja de las seis personas que forman la familia, por eso el dinero no alcanza para que todos coman tres veces al día.  Así que ha empezado a racionar y hace una sola comida diaria, priorizando, claro, a los niños. 
La semana pasada, dos niños del barrio fueron a pedirle sal para cocinar. ¿Y adivinen qué? Se dio cuenta de que estaba rodeada de personas que la pasaban peor que ella. En medio de su escasez, les ayudó con lo que pudo y luego llamó a la iglesia Pío IX pidiendo ayuda.  De esa manera, consiguió 47 raciones alimenticias que fueron entregadas a sus vecinos. Su generosidad no se quedó allí. Esta semana, pidió ayuda para comprar un quintal de arroz y lo compartió en el barrio. Esta es la única ayuda que ha llegado al sector, porque de los bonos del Gobierno solo han escuchado en las noticias.
Cerca de María Luisa viven personas con discapacidad, ancianos y muchos niños. También hay adultos que trabajaban en servicio, construcción o comercio, y que ahora no tienen trabajo ni dinero para comprar comida.  Así que la situación es crítica para todos.
Es difícil predecir qué pasará con ellos. Algunos estudios, como el de la Comisión Económica para América Latina, por ejemplo, hablan del aumento del empleo informal, del trabajo infantil, la reducción en los niveles de educación y el cierre de micro y pequeñas empresas. También dicen que los efectos económicos y sociales del COVID-19 afectarán especialmente a las mujeres, las personas subempleadas y los jóvenes desempleados.
María Luisa y sus vecinos son las personas de carne y hueso de las que hablan esos estudios. Son aquellos para quienes quedarse en casa es un suplicio, quienes viven del día a día y quienes sufren, y sufrirán más que todos, la crisis económica.  Son padres y madres que no escogieron ser pobres, que crecieron en medio de carencias, violencia y que hacen lo que pueden por sobrevivir. Pero, sobre todo, y tal vez esto sea lo más importante, son las personas que, en medio de su pobreza, nos dan estas maravillosas lecciones de amor, colaboración y generosidad. Ojalá todos seamos capaces de reconocer y valorar eso.
 
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