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La naturaleza en reposo
La naturaleza en reposo
Por: Alfredo Saltos Guale

Sábado 18 Abril 2020 | 04:00

Es evidente que la pandemia continúa dejando desolación y muerte, la restricción casi absoluta de movilidad ha traído, sin embargo, una reducción de la contaminación que la conducta humana provoca como resultado del fuerte consumo de combustibles de origen fósil, en el transporte y las industrias; ahora la emisión de gases de efecto invernadero ha mermado, la atmósfera vive momentos de menor atosigamiento y con ello la naturaleza está volviendo a sus condiciones felices de años atrás.

Estudios del comportamiento atmosférico en las semanas de pleno  embate de la enfermedad, determinan que la paralización en los núcleos de infección de la República Popular China originó una mengua en los efluvios de dióxido de carbono, equivalente a la cuarta parte de lo que antes marcaban los precisos  instrumentos que la miden, lo cual ha sido ratificado por  trabajos de cuantificación efectuados en Hong Kong en que las partículas finas que pululan en el ambiente se redujeron en un 32%; siendo  lo más destacable lo relacionado con la presencia de dióxido de nitrógeno estimada en 32% menos, peligroso gas que es expulsado por el intenso tráfico vehicular. 
En la sin par Venecia, Italia, la drástica ausencia de turismo que saturaba la navegación en los canales, así como el confinamiento poblacional, llevaron a transformar las aguas obscuras y mal olientes en claras y cristalinas por la precipitación al fondo de sedimentos residuales de lanchas. En España un trabajo de investigadores de la Universidad de Valencia (UPV) señala una significativa disminución del 64% de dióxido de nitrógeno (NO2), comportamiento similar en otras ciudades como Barcelona y Madrid.
Para no irnos  muy lejos, en nuestro medio ecuatorial, presenciamos cambios radicales en la limpieza de nuestros mares y en la cadencia artística de peces que nadan a sus anchas en medios menos sucios, lo cual es una demostración que la naturaleza ha tenido un descanso y está respirando  mejor, ofreciéndonos un escenario más límpido que invita a visitarlo, pero que no podemos disfrutarlo por el obligado cautiverio al que estamos sometidos.
El llamado de la naturaleza no puede ser más directo y preciso, para que cesen las acciones humanas que la empañan y perturban, dándonos un aviso que está en la voluntad de todos los habitantes del mundo hacer de ella un espacio más habitable, con sólo migrar hacia el uso de energías limpias, descartando la que resulte de la calcinación de nuestros escasos bosques.
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