Un mes después de que el país fuera declarado en emergencia para enfrentar la amenaza del coronavirus que, para entonces, apenas había empezado a aparecer en el país, Ecuador se enfrenta a una carrera de largo aliento.

Si bien las autoridades nacionales han anunciado que a partir de hoy se reanudarán poco a poco y en forma controlada ciertas actividades en jurisdicciones de poco riesgo, la salida no se ve tan cercana.

La pandemia es un problema mundial y los ejemplos de otros países muestran que no es fácil de solucionar. Todavía falta mucho por hacer.

Es prioritario mantener la prevención de contagios, lo cual se consigue con una adecuada organización a todo nivel, incluso en lo sanitario. En algunas ciudades, la capacidad de atención de los hospitales está saturada.

La demanda de fondos para el sector salud ha hecho que se vuelquen las miradas y los esfuerzos.

Sería bueno que las instituciones públicas evaluaran sus gastos y se desprendieran de los superfluos, como una forma de aportar a la atención de los problemas que ha generado la crisis.

Está bien que los ciudadanos contribuyan, pero también debe hacerlo el sector público. Y para ello es menester que el Estado dé muestras de desprendimiento. La crisis demanda organización y fortaleza.