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Por: Childerico Cevallos
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Domingo 12 Abril 2020 | 04:00

Los que están afrontando el directo embate del cruel coronavirus, COVID-19, son aquellos guerreros cuyas funciones los ubican al frente de la batalla para contrarrestar o reducir los letales efectos del mal, controlar y hacer que las disposiciones, tácticas o procedimientos oficiales sean cumplidos. Y para servir de soporte a las exigencias de la contraofensiva sanitaria salvadora.

 Los que están afrontando el directo embate del cruel coronavirus, COVID-19, son aquellos guerreros cuyas funciones los ubican al frente de la batalla para contrarrestar o reducir los letales efectos del mal, controlar y hacer que las disposiciones, tácticas o procedimientos oficiales sean cumplidos. Y para servir de soporte a las exigencias de la contraofensiva sanitaria salvadora.

Son los médicos, las enfermeras, los paramédicos, los del personal de servicio sanitario. Son los policías, los militares, los bomberos, los rescatistas. Igual los trabajadores de los principales servicios públicos vitales como agua, luz, telecomunicaciones, recolección de basura. Los comerciantes de los artículos de primera necesidad, los transportistas, así como el agricultor que sigue su labor productiva.  
Y no pueden ser menos los comunicadores sociales, en su incomprendida obligación de informar, con responsabilidad, los sucesos de la vida diaria que afectan y forman el desarrollo colectivo.
La valoración de la presencia de todos ellos en la línea de riesgo, en donde algunos ya han perdido la vida en el cumplimiento de su deber, es imprescindible. La Patria, en su momento, deberá resaltar su sacrificio.
Por eso indigna que esta heroicidad sea menospreciada por irresponsables que juegan a anular la entrega de estos patriotas, atentando contra la vida de todos al desoír los pedidos de quedarse en casa para evitar la propagación de la pandemia.
Porque eso es lo que hacen cuando soslayan advertencias de autoprotección, se desacata el toque de queda, se sale a las calles sin protección, para libar, jugar, compartir vehículos públicos como las tricimotos o hacer filas sin guardar la distancia aconsejada, convirtiéndose  en agentes fatales para la comunidad, su familia y para ellos mismos.
Inconsciencia, irrespeto, ignorancia supina y una completa ausencia de valores, algo que en el país, lamentablemente, viene percibiéndose desde hace mucho tiempo. Todos debemos hacer nuestra parte para detener esta amenaza de exterminio en el país, se logre salvar vidas y recuperar la salud nacional.
Y no hay mejor estrategia que cortar el contagio quedándonos en casa, pues siendo el hombre el vehículo transmisor del  mal y el único que puede cortarlo, aterra su persistencia en aumentarlo.
En honor al sacrificio de todos, hay que endurecer los controles a quienes insistan en poner más vidas en riesgo.
 
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