La seguridad social en Ecuador está a cargo del IESS, una institución monopólica, a la que el Estado obliga a pertenecer a quienes trabajan bajo relación de dependencia. La ley establece sanciones duras a los patronos que no afilien a sus empleados, y también determina multas e intereses por atrasos en los aportes.

Contrario a lo que, por sentido común, podría esperarse, el IESS atraviesa una severa crisis económica y operativa. Y su seguro de salud, en la actual crisis sanitaria, no ha respondido convenientemente a sus aportantes.

Es triste ver cómo afiliados al IESS en condiciones de emergencia deben aguardar horas a las puertas de los colapsados hospitales.

Es tiempo de que se concrete la transformación de esta institución. Que funcionen sus procesos de control para evitar tanto despilfarro de recursos. Que se deje de gastar dinero en propaganda y consultorías que no mejoran en nada los servicios. Que se modernice y defina prioridades.

Y, paralelamente, que se permita la competencia de otros prestadores de seguridad social. Los monopolios públicos son el escenario ideal para el reparto político y la corrupción.