Ahora continuaremos con el siguiente paso: resignificar, a través del cual usted puede transformar esos recuerdos dolorosos y tristes por experiencias de aprendizaje, que quizás no lleguen a ser felices y motivadores, pero sí positivamente significativos. Para dar otro sentido a un hecho, se debe iniciar tratando de entender al otro. Guardo un resentimiento contra alguien porque hizo tal o cual cosa, que me ofendió, me lastimó o hizo daño. Voy a pensar en las razones que pudo tener esa persona para actuar de ese modo, quizás su infancia no fue muy feliz, el trato que recibió de sus padres no le daba seguridad, experiencias dolorosas lo marcaron y le produjeron sensaciones de abandono o desprotección afectiva, que hacen actuar así. Lo segundo es buscar actitudes en usted que hayan provocado ese comportamiento, algo que hice, algo que dije, algún gesto inadecuado, que pudiese haberle disgustado o recordado algo negativo que provocó esa reacción. Luego, debe vincular lo primero con lo segundo y tratar de encontrar la correlación que pudiese existir entre ambas. Por decir, quizás el tono en que hablé pudiera haberle recordado la forma como su mamá lo trataba y eso origina un tono de voz agresivo.
Una vez que usted tenga idea de lo que pudiese explicar la conducta del otro y logre empatizar, entonces le es posible darle otro sentido a lo sucedido, un significado del que saque usted un aprendizaje; así intentará pasar del resentimiento que sentía a identificar qué le enseño esa situación, un sentido más positivo, uno que propicie la tolerancia, la comprensión e incluso la compasión con el otro y con uno mismo,
Este tipo de reflexiones deben permitir que pueda entender mejor a los demás, qué produjo o desencadenó el impase, las posibles causas, para luego comenzar cambios porque en realidad, la vida solo tiene el sentido que usted les quiera dar a las cosas que le suceden.
Ojalá estas herramientas le ayuden a darles un significado positivo y productivo a hechos dolorosos, en lugar de uno que oscurezca su corazón.