Actualizado hace: 938 días 15 horas 50 minutos
Childerico Cevallos Caicedo
En estado de crisis

El COVID-19 está demostrando las equivocadas políticas oficiales implantadas por casi todos los gobiernos del mundo, que han subestimado la salud al anteponerle preferencias doctrinarias, guerreristas y ambiciosamente económicas.

Domingo 05 Abril 2020 | 04:00

Aquel error - se presumía - destacaba en los países peyorativamente llamados  “tercermundistas”, como Ecuador. Pero la bofetada ha sido tremendamente sonora y dura para los autodenominados del “primer mundo”, ahora en situación casi de pánico al constatar que sus sistemas de salud están por colapsar, ante la agresividad del letal coronavirus.
Mucho se ha dicho de la política oficial aplicada en Ecuador para prevenir y/o enfrentar la pandemia, lo que habrá que juzgar en su oportunidad; pero en estos momentos, cuando nuestra población está siendo diezmada, la prioridad es hacer fuerza ciudadana, en  conjunto, para enfrentar con eficiencia al agazapado enemigo.
El insulto, la diatriba, la petulancia, la desinformación, el odio, el rencor, la envidia; y hasta la prepotencia, el orgullo y la soberbia, no son más que vectores que hoy, más que nunca, le hacen el juego cómplice a la muerte.      
Parecería llover sobre mojado insistir en la concienciación de las gentes sobre el real estado de peligro en el que está la nación ecuatoriana; pero es imprescindible, pues el país requiere, urgente, el aporte de cada uno de sus ciudadanos para defender su sobrevivencia, sin pasión, sectarismo o condicionamiento alguno.
Claro que hay que elevar la voz de desacuerdo o de prevención cuando factores negativos,  como la corrupción, la negligencia o el oportunismo, se presentan para hacer más daño. O de exigencias, como la de dotar a Manabí de los kits de prueba para detectar el coronavirus, y del equipo para realizarlas aquí.       
Y aquello lo lograremos acatando las disposiciones oficiales, conservando la calma. Dándonos la mano uno a otros en nuestras necesidades. Con ejemplares acciones como la de los propietarios de un hotel de Portoviejo y de una entidad de Manta, que albergarán a los médicos, que temen regresar a sus casas porque pueden contagiar a sus familias, luego de su heroico trabajo en hospitales.
O con las donaciones de insumos, instrumentos y vestimenta de protección para los médicos; o la entrega de alimentos para los más necesitados. Y, especialmente, quedándonos en nuestras casas para romper la cadena del mal.  
No lo lograremos disparándonos entre nosotros.
En estado de crisis es cuando se desnuda la verdadera personalidad y sentido de vida en sociedad.
 
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