Esto porque la delincuencia cada día cobra mayor auge en el país, siendo su mayor crecimiento en ciudades con abundante nivel poblacional, toda vez que a los ciudadanos se nos obliga, por Ley, a estar desarmados, y por lo osado que a menudo se presenta el delincuente, dejando indefensión al ciudadano y como tal, en franca desventaja frente al infractor.
Si bien la idea de permitírsele al ciudadano el uso responsable de armas cuando menos no es del todo descabellada, no es menos cierto que ésta, a fin de cuentas, no deja de ser aun más peligrosa, puesto que implícitamente, a más de estarse aceptando y dando por bien hecho el enfrentamiento entre ecuatorianos, y obviamente avalando sus consecuencias conforme ocurría en otrora época, de hecho nos convertiríamos en el nuevo Oeste americano, en una correlación de fuerza tan desigual donde el mayor número de muertos los pondría el sector delincuencial.
Los asuntos, cuyas consecuencias resultan nefastas para la sociedad, sean de la naturaleza que sean, siempre deberán ser analizados a profundidad por profesionales entendidos en la materia, capaz de entregarnos resultados confiables que nos permitan combatir el delito en todas sus manifestaciones, pero desde el punto de vista científico.
Se sabe que el delito se presenta como un fenómeno anti-social y jurídico, tal como sostienen conspicuos estudiosos como Kant, que asume la configuración del delito como analítico y moderno, propio de la filosofía del lenguaje como parte de la tautológica jurídica, por lo que es desde esa perspectiva que incumbe su estudio y análisis.
La indignación ciudadana obliga a que las autoridades civiles, administrativas y militares asuman cada cual su grado de responsabilidad dentro del marco de su territorio, tales como en espacios públicos los GAD municipales, la empresa privada en sus propiedades, el control de armas las Fuerzas Armadas, en la edad escolar volver a las materias de respeto y conducta a nuestros semejantes, etc.; es decir, una responsabilidad compartida. En todo caso creemos en el respeto a la vida hasta más no poder. El delito es el mal que tiene relevancia jurídica penal, y dado que las ciencias que lo estudian son el Derecho Penal, y la Criminología, se lo puede medir, estudiar, evaluar y definir, a través de aspectos ontológicos, sicológicos y axiológicos, que son, en definitiva, los aspectos que deberían entrar al debate técnico y científico para arribar a buen puerto.