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Alberto Alejandro Villamarin Sánchez
La hoguera bárbara

El 28 de enero se recordó un año más de un hecho que sin duda alguna enluta las páginas de la historia de Ecuador. Se trata del terrible episodio denominado La Hoguera Bárbara, un aniversario más de la barbarie en la que murió el ‘Viejo Luchador’ junto a otros 5 liberales, gran parte de ellos, manabitas. Sus cuerpos fueron sacados del penal García Moreno y quemados en El Ejido.

Domingo 02 Febrero 2020 | 04:00

 El 28 de enero se recordó un año más de un hecho que sin duda alguna enluta las páginas de la historia de Ecuador. Se trata del terrible episodio denominado La Hoguera Bárbara, un aniversario más de la barbarie en la que murió el ‘Viejo Luchador’ junto a otros 5 liberales, gran parte de ellos, manabitas. Sus cuerpos fueron sacados del penal García Moreno y quemados en El Ejido.

Tras su muerte, nos reunimos para recordar su vida. Es lo que importa, los logros, la vida de José Eloy Alfaro Delgado, héroe de Ecuador, americano de creación como lo califica José Martí; fuego inextinguible de la patria, como lo afirma José Peralta. 
Las nuevas condiciones políticas creadas por el alfarismo calaban en la sociedad. Un nuevo alzamiento de campesinos, obreros urbanos e intelectuales representaba un verdadero riesgo para las burguesías. 
Eloy Alfaro significaba un peligro para la burguesía y los terratenientes, por su naturaleza personal y su identificación con los sectores populares. Algunos poderosos de la Costa estaban dispuestos a que se crearan instituciones civiles, sin la injerencia directa y visible de la iglesia católica, pero temían que Alfaro fuera más lejos y fortaleciera a los grupos populares urbanos e incluso a los campesinos.
Tras una cruenta nueva guerra civil entre liberales y conservadores, para variar, se pide a Alfaro que funja como mediador, ya que Perú amenazaba las fronteras. 
Alfaro vuelve al país del exilio en Centroamérica en calidad de mediador. Es tomado preso, llevado a Guayaquil y asesinado de forma cruel junto con otros compañeros. Los llevan a Quito en el propio tren que construyó y expuestos a la furia de una muchedumbre azuzada por la prensa y los enemigos.
El 28 de enero de 1912 es asesinado en su celda del panóptico, luego es arrastrado por las calles de la capital e incinerado en el parque El Ejido junto con su hermano Medardo, su sobrino Flavio y los radicales Ulpiano Páez, Manuel Serrano y Luciano Coral.
El martirio de Alfaro acabó con el afán revolucionario, pues tras su muerte, la derrota liberal era incuestionable, y cuestión de tiempo para que los reductos radicales como Manabí, El Oro, y Esmeraldas cayeran, Carlos Concha resistió durante 3 años más.
Hoy en día existe esa falsa y mediocre engañosa política de algunos de decir que la Revolución Alfarista continúa. Estos son simples oportunistas, como auguró Alfaro: “El suplicio más horroroso que puede soportar un verdadero patriota en la vida es ver a su patria escarnecida y vilipendiada por falsos redentores y no poder salvarla. Únicamente la lucha puede mitigar un tanto los padecimientos del buen ciudadano”.
 
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