El centro neurálgico, económico-comercial de la capital manabita sigue afectado por factores como la insensibilidad, la indiferencia, la irresponsabilidad, la incapacidad y la sinrazón que han impedido lo que debió haber sido la recuperación inmediata de este vital sector de Portoviejo.
No se alcanza a comprender cómo es que con este punto de concentración de la actividad comercial de la ciudad, los cerebros del llamado Comité de la Reconstrucción de los daños causados por el terremoto, hayan sido tan indolentes e injustos como para mantener, ignorados y sufriendo, a los propietarios de terrenos, locales comerciales y usuarios todos - de vías o servicios - que tienen directa e indirectamente intereses en la zona.
Y a toda una ciudad que se siente partida geográfica, económica y sentimentalmente con la destrucción del sector.
Discursos prometedores en esporádicas visitas al lugar han predominado en estos casi cuatro años de pesares de quienes, guerrera y paladinamente, aún persisten, con desesperación, en seguir en el sector, aunque esto les constituya serios desgastes anímicos, financieros y decepciones por las engañosas promesas.
Conocemos de un pedido de gracia de los afectados de la zona a la municipalidad, solicitándole suspensión temporal del cobro de los impuestos prediales y patente comercial, aspiración que debe ser atendida como justa, en consideración a la dura situación por la que atraviesan.
Ejemplo de burla constituye el denominado Plan Priza - destinado a la regeneración de nueve manzanas y soterramiento de cables de la zona -, desastre administrativo que empaña tanto la imagen del Gobierno nacional a través de la Cnel, cuanto la responsabilidad del Gobierno cantonal de velar por los intereses comunitarios. Y de la misma colectividad que no reacciona dignamente en su autodefensa.
Luego de ocho ampliaciones del contrato, esta grosería contra la ciudad debe terminar, con la fuerza de la razón o la razón de la fuerza que garantiza la Constitución.