Si bien en algunas provincias, como Manabí, las actividades se van recuperando poco a poco y la calma parece haber vuelto a las calles, en otros sectores el caos continúa, avivado por la negativa a desarrollar un productivo diálogo. 

Los ciudadanos demandan una solución pronta, que se deje a un lado la intransigencia y se dé paso a una negociación que satisfaga a todos y, al mismo tiempo, permita que el país salga de este punto de tensión en que ha caído.

Para la búsqueda de un consenso se requiere ceder en las posiciones y establecer un horizonte común. El diálogo debe encaminarse hacia soluciones y metas que sean convenientes para todos.

Más que con palabras, la predisposición a negociar debe mostrarse con acciones.

A Ecuador le hace falta una tregua que ayude a reactivar la producción y a la recuperación de las enormes pérdidas que ha sufrido el aparato productivo en más de una semana de inmovilidad, atentados contra la propiedad y enfrentamiento entre ciudadanos que, dicho sea de paso, tienen en común la lucha por una mejora en el país de acuerdo con sus ideales.

Por días mejores para la patria, es necesario que el diálogo sea, más que una intención, el fruto de un interés común por encontrar soluciones y encaminar al país por el tan anhelado sendero de la armonía y el desarrollo.