Ayer se perpetró el sexto atentado con explosivos en lo que va del año al interior de esa universidad. Los otros fueron en febrero, marzo, mayo y en este mismo mes de agosto. Es decir, se han presentado de manera sistemática y recurrente.

Por fortuna, hasta ahora no se han registrado víctimas y sólo hay daños materiales, pero en cualquier momento podría haber heridos o, tal vez, muertos pues se trata de explosiones fuertes, que han destruido vehículos.

Todo esto crea un precedente lamentable y evidencia los intentos de grupos extremistas por sembrar el miedo y la inseguridad en ese centro de estudios. La politización y las pugnas por el poder, unidas al descontrol, contribuyen a que la violencia crezca.

El terror no debe volver a las universidades y para esto tanto la Fiscalía como las autoridades policiales y  las de educación superior deben extremar las medidas de seguridad para precautelar la vida, los bienes y la confianza. La vigilancia no es suficiente; es necesario que se identifique e investigue a los autores de estos hechos, cuyas características se acercan al terrorismo.