La ayuda, especialmente a pequeños comerciantes y productores que, tras haber perdido sus negocios, quedaron fuera de cualquier opción crediticia por falta de garantías, debe ser mejor canalizada.

El Comité de Reconstrucción asegura que se han colocado 887 millones de dólares para créditos productivos; sin embargo, todavía hay sectores que siguen reclamando el apoyo del Estado para recuperarse de las pérdidas.

Préstamos preferenciales, con tasas de interés bajas, con enfoque en los pequeños comerciantes, agricultores, ganaderos, pescadores y dueños de emprendimientos que aún no se hayan reactivado tras las pérdidas del terremoto podrían ser una balsa salvadora para quienes, por falta de acceso al dinero, no han conseguido volver a producir.

La reactivación debe hacerse con base en prioridades para evitar la inequidad y apoyar a quienes en realidad lo necesitan.

Otra de las prioridades debe ser la solución de los problemas de vivienda a personas que, por un mal proceso de contratación impulsado desde el mismo Estado, quedaron con sus casas sin concluir debido a que, según los ejecutores, se terminó el dinero para ello.

Que lo poco o mucho que queda de los fondos para la reconstrucción no se destine a obras innecesarias, como ya se ha denunciado. Hay que pensar en la gente y sus necesidades.