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Dinero sobre méritos
Dinero sobre méritos
Por: Eduardo Aráuz Fernández

Martes 23 Julio 2019 | 04:00

El origen de los recursos que financian la política es un misterio.

 El origen de los recursos que financian la política es un misterio. Es una asignatura que amerita un serio análisis que posibilite transparentar las cifras, conocer a los protagonistas que las administran, develar las estrategias de recolección de dinero, escudriñar los sistemas de contabilidad que llevan las organizaciones, evaluar los mecanismos de rendición de cuentas y las competencias que tienen las autoridades de control para corroborar que las reglas del juego se cumplan en igualdad de condiciones y con transparencia, así como las facultades de sanción que existen en contra de los infractores.

Este actualizado problema que, por cierto no es nuevo, levanta indignación colectiva debido a las denuncias de corrupción que se han destapado últimamente, sea por la grotesca injerencia generalizada de Odebrecht, así como la participación de actores privados en las campañas electorales, a cambio de jugosos favores… Es bien cierto que hacer política es una actividad muy costosa, y he aquí porqué es excluyente… Su valor elevado es una factura muy alta para la democracia y la decencia, provoca el clientelismo, tráfico de influencias, y un grosero abuso de poder, logrando convencer  a la gente de que los cargos públicos por designación y por elección, tienen miserablemente un alto precio, ocasionando que el dinero esté por encima de los méritos, de las credenciales éticas y que todo lo que se parezca a honestidad y dignidad se encuentre por debajo del suelo… Cuando la política tiene precio, la ciudadanía con moral pierde el interés por servir al país, siendo esta otra causa de estar como estamos…
La figura de las reelecciones, bajo las distintas modalidades, también impide que las reglas del juego de la competencia electoral sean iguales para todos los actores y organizaciones políticas, ya que el que busca continuar hace uso de los recursos del estado de forma descarada, arbitraria, y casi siempre con la ruin complicidad de las autoridades de control de turno.
El control de financiamiento de las campañas políticas no es solo normativo, tiene que ser un imperativo ético de quienes tienen la obligación de hacerlo… la sociedad no puede, no debe mirar como algo natural que los recursos de la política tengan un origen sucio e ilegal, y un fin con propósitos mega corrompidos: “Saquear a Ecuador”.
La cultura mafiosa en Ecuador ya supera todos los niveles del asco.
 
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