Por eso es importante que aprendas a reconocer cuando te equivocas y pedir disculpas por las cosas que no salieron bien e hicieron daño a otra persona.

 

El perdón es un gran valor que solo las personas nobles de corazón practican. Esto implica a las dos partes: la lastimada y la que lastima.

 

Perder un juguete muy querido por un amigo o hermano, dañar un objeto que tu mamá guarda con amor, decir alguna palabra que hizo sentir mal a alguien, son formas de herir.

 

Esas heridas no dejan huellas en la piel, pero sí hacen sentir mal a las personas que quieres y hasta a las que conoces muy poco, sin embargo, aunque las cosas no materiales no se reparen con pedir disculpas, sí harás saber que estás arrepentido del daño causado.

 

Pero pedir disculpas debe ir acompañado de una mejora. Es decir que debes demostrar que ese error sirvió para que aprendieras algo bueno.

 

De la misma manera, debes perdonar a quienes se disculpan de forma honesta.