Lamentablemente, en República Banana y en nuestra provincia, más hemos importado que exportado talentos, por eso algo que podría ser normal nos causa admiración por poco que sea. Parece ser que los gobernantes de turno, a excepción de Eloy Alfaro, desde la era republicana, nos acostumbraron a contentarnos con poco y no aspirar a más. Eso es evidente por la falta de inversión y apoyo al sistema educativo.

Pero, siempre hay alguien que se atreve enfrentar esa oprobia realidad. En el caso de la educación superior, debemos destacar a Medardo Mora Solórzano, quien al darse cuenta de que en Manabí había un déficit de profesionales en el área de la salud, crea las carreras de enfermería, tecnologías y medicina, en los inicios de la década del 80 del siglo pasado, aunque para ello tuvo que enfrentar incomprensiones y hasta injustos ataques de celosos burócratas.

Así, hace 25 años, el 11 de mayo de 1994, históricamente  la ULEAM entrega la primera promoción de médicos, auténticamente manabitas, bajo los estándares de un diseño curricular que no le pedía favor a ningún otra IES de ese tiempo, ni se necesitaba de la anuencia de los “genios de la educación superior” del CES, del CACES y la SENESCYT, y con un equipo de docentes de primer nivel y sin los aspavientos de creerse PhD, graduados en las universidades de Quito, Guayaquil y Cuenca que habían migrado a Manabí y laboraban en los centros de salud, hospitales del Ministerio  y del IESS.

Quienes realizaron el juramento hipocrático fueron Guido Cevallos, Geovanny Peña, Melania Alcívar, Anita Delgado, Darwing Delgado, Patricia Intriago, María Reina, Mirian Santos, Rocío Trujillo, muchos de los cuales migraron a otros países a seguir especializándose o, en su efecto, a contribuir desde la tierra de Alfaro a solucionar los problemas de salud de esos habitantes; otros se quedaron aportando a la mejor calidad de vida de nuestra sociedad.

Vale destacar a Diemen Delgado, un auténtico manabita, cuyas conferencias científicas y publicaciones van dejando el nombre de Ecuador en alto por los foros médicos del mundo; a  Javier Pérez, cirujano torácico de gran respeto y admiración en España y otras regiones del universo; a Roberto Alcívar, prestigioso oftalmólogo que se quedó aquí, al igual que a Patricio Sacoto, de grandes lucha e ideales por mantener el otrora policlínico de la ULEAM, que la era intervencionista y quienes fungen de autoridades terminaron sepultándolo.