El mensaje de texto le llegó a través de WhatsApp (aplicación de mensajería), y en este le pedía un favor: que le ayudara a recuperar sus maletas. En el texto le explicaba que él estaba viajando a Manta, pero por un descuido en el aeropuerto de Panamá, donde hizo escala, perdió el vuelo y sus maletas fueron a parar a Bolivia. 

Entonces necesitaba que le depositara 820 dólares, dinero que supuestamente era el costo para recuperar las maletas, ponerlas a nombre de Laura y enviarlas al aeropuerto de Manta. En los mensajes también le pidió que retirara el equipaje y se lo tuviera hasta que él llegara a la ciudad. 

En ese momento, Laura creyó la historia y estaba dispuesta a ayudar. 

Incluso, alguien la llamó por teléfono  haciéndose pasar como el amigo para reiterarle lo que Laura había leído en el mensaje; es decir, valor, y número de la cuenta en  la que debía depositar el dinero. 

Como ya tenía todos los datos, Laura intentó colgar la llamada, pero quien  la llamó le dijo que no cerrara, que estaría en la línea hasta que hiciera el depósito. Esto se le hizo extraño a Laura y cerró la llamada. Buscó el antiguo número de su amigo y observó que estaba en línea y le escribió. Fue en ese momento, cuando su amigo le confirmó que él estaba en Estados Unidos y que no tenía planes de viajar este año. Fue entonces que  la mujer se dio cuenta de que estuvo a punto de ser estafada. 

Ella se sintió vulnerable y supo que debía advertir a los demás de esto. Es por eso que escribió su historia en todos los grupos de esta red de mensajería. Pero, como la estafa no se concretó, decidió no presentar ninguna denuncia en la Fiscalía, donde hay seis expedientes de esta nueva modalidad de estafa. 

Es que el caso de Laura no es el único intento de estafa por esta misma red de mensajería. A Mercedes Anchundia le pasó algo parecido y fue una comadre que le advirtió cuando ella fue a prestarle 220 dólares que le faltaban para depositarle a una mujer que se hizo pasar como su excuñada.

 

Desde 2018. Existen reportes de este tipo de estafa desde el 2018 en países como Bolivia y Perú, pero en Ecuador se empezaron a presentar denuncias desde enero de 2019. Ante esto, la Policía mantiene activa una campaña en las redes sociales para advertir a los ciudadanos de esta nueva modalidad.