He, una mujer de 29 años, acudió al médico porque sentía un severo dolor en sus ojos, pero nunca imaginó que lo que tenía eran abejas vivas debajo de sus párpados.
La mujer había estado en una actividad tradicional que consiste en barrer tumbas; luego fue a su casa, donde empezó a sentir molestias en el ojo izquierdo. Creyendo que era arena, se enjuagó y se fue a trabajar.
Al regresar a casa notó que sus ojos estaban inflamados, llorosos y expulsaban secreciones.
Fue al médico y este, al revisarla, encontró bajo los párpados pequeñas abejas sudoríparas. Según una publicación, esos insectos producen miel, pero en cierto momento necesitan sal, que obtienen de las lágrimas de personas y animales.