En el mundo, uno de cada 160 niños nace con esa condición. Mientras que en Ecuador, en el 2016, se reportó que 1.266 personas la tenían, según la Organización Mundial de la Salud y el Ministerio del ramo.
António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, comenta que "Durante el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo debemos reafirmar nuestro compromiso con esos valores, que incluyen la igualdad, la equidad y la inclusión, y nuestra determinación de promover la plena participación de todas las personas con autismo, asegurándonos de que dispongan de las herramientas necesarias para ejercer sus derechos y libertades fundamentales".
El Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) es de origen neurobiológico y afecta a la configuración del sistema nervioso y al funcionamiento cerebral, dando lugar a dificultades en dos áreas principalmente: la comunicación e interacción social y la flexibilidad del pensamiento y de la conducta.
El término TEA fue empleado por primera vez por Lorna Wing, quien en 1988 expuso que las personas situadas en el espectro son aquellas que presentan:
- Trastorno en las capacidades de reconocimiento social.
- Trastorno en las capacidades de comunicación social.
- Patrones repetitivos de actividad, tendencia a la rutina y dificultades en imaginación social.
Lo ideal es que el autismo se detecte en la niñez, ya que es el momento para empezar con las terapias y trabajar en destrezas sociales y el lenguaje, explica la psicóloga y catedrática universitaria Ana Trueba. Además recalca que estos chicos necesitan desarrollar rutinas. Un niño con autismo tiene comportamientos repetitivos; aprende mediante la observación de un tema que le interesa, los dibujos ayudan.
Síntomas del autismo en los niños:
- No balbucea ninguna palabra al año de edad.
- No señala ningún objeto hasta los 12 meses.
- No responde a su nombre.
- No pronuncia palabras hasta los 16 meses, o frases de dos o más palabras hasta aproximadamente los dos años.
- No establece un contacto visual correcto.
- Alinea de manera excesiva los juguetes u otros objetos.
- No sonríe ni muestra receptividad social.
- Indicadores tardíos:
- No tiene interés en hacer amigos.
- No es capaz de comenzar o mantener una conversación.
- Es poco imaginativo a la hora de jugar.
- Utiliza un lenguaje repetitivo.
- Tiene rutinas y cualquier intento de modificarlas le genera una gran angustia.
- Muestra un apego excesivo a determinados objetos.