La concurrencia a votar confirma la voluntad ciudadana por mantenerse dentro del marco de la democracia, participando en las convocatorias oficiales a demostrar su interés por colegislar en la estructuración de los gobiernos seccionales del país.

Ahora las aguas de la política deberán volver a su cauce, por lo que, terminado completamente el proceso cívico eleccionario, procede obedecer la disposición popular mayoritaria, debiendo los organismos correspondientes de manera inmediata apurar los trámites para su puesta en funcionamiento.

Manabí expresó, una vez más, su vocación universal al sostenimiento de las libertades, agregando confianza al proceso con su presencia, quedando a la espera de que lo pronunciado mayoritariamente sea cumplido sin maquillaje que frene los deseos de progreso a través de los cambios ordenados. Para eso votó.

Sin embargo, estas elecciones han permitido aflorar verdades que aclaran posiciones dignas y confiables frente a actitudes amañadas y perversamente concebidas por el complejo de la soberbia y la subestimación.

¿Recuerdan que luego de las votaciones de febrero del año pasado, en Manabí ganara el No en tres preguntas de siete del referéndum-consulta popular, lo que fuera interpretado por algunos como genuflexión al expresidente Rafael Correa?  

Una avalancha de insultos y procaces comentarios se vertieron contra los manabitas, tratando de hacer escarnio de su personalidad. Una gran cantidad de vileza se lanzó sobre Manabí, generada principalmente por quiteños tildando de serviles correístas a los manabitas.

Ahora, con los contundentes resultados del sufragio último se cristalizan posiciones y actuaciones.

Una considerable cantidad de manabitas volvió a expresar de alguna manera su confianza en un candidato del correísmo, en este caso al aspirante a la prefectura, al apoyarlo con votación que lo mantiene hasta ahora como ganador de la lid. Una decisión abierta, pública.

En Pichincha, la población acaba de darle el triunfo a una candidata del correísmo, quien se impuso sin atenuantes a sus contendores. En Quito, la meca de la burocracia y el rancio abolengo social, otra candidata del mismo movimiento político logró considerable votación para la alcaldía, ubicándola en segundo lugar.

A la vuelta de un año, el escupitajo lanzado al aire como que ha caído en la cara de quienes lo lanzaron. Al estilo de Rubén Blades, con su Pedro Navajas, “La vida te da sorpresas. Sorpresas te da la vida, ay Dios”.

¿Voto vergonzoso? Por lo menos en Manabí pareciera que no.