Al fin se terminó todo. El ruido, las peleas en redes sociales, las promesas, las mentiras, todo. 

¿Y ahora qué ha quedado? Algunos enemigos por la política, resentidos por nada, por pensar diferente. Gran estupidez: pelear por los políticos, como si ellos se pelearan por nosotros. 

Pero ya se terminó todo. Y ahora ya hay un alcalde, Agustín Intriago. Ojalá que cumpla sus promesas, que no le dé amnesia al llegar al municipio. Es una persona joven, inteligente aseguran algunos, de gran corazón dicen otros, pero desde ahora ya no hay que fijarse tanto en eso, sino en lo que debe hacer por la ciudad. 

Ya pasó el romance, se podría decir que aún está en luna de miel con sus votantes, pero viene  lo duro y debe estar preparado para no dejarse mangonear por los taxistas, manipular por los empresarios ni ser títere del Gobierno. 

Ahora, en estos cuatro años, es que vamos a ver si elegimos bien, si nuestro voto valdrá la pena, si valió la pena pelear con nuestros amigos, vecinos y familiares.