A sus 59 años nunca se imaginó el cambio radical que tendría su vida. Su ceguera fue progresiva y asegura que no sabe a ciencia cierta cuál es el motivo de su problema de visión. Es diabético desde el 2000.
Recuerda que durante su jornada laboral en una camaronera, uno de sus compañeros lanzó un saco al interior de un estanque donde había productos químicos.
El impacto provocó que saltaran unas gotas de ese líquido con metasulfito de sodio, fueran a dar a su cara y rodaran hasta sus ojos. Inmediatamente le comenzaron a arder los ojos y se le pusieron muy rojos. Al llegar a casa, seguía con el ardor en sus vistas. Poco tiempo después empezó a perder la visión.
Hace casi tres meses Manuel Cagua obtuvo el carnet, pero a pesar de tener el 75 por ciento de discapacidad no recibe el bono.
Dijo que las autoridades le han manifestado que deberá esperar hasta un nuevo censo.
Ahora, en la soledad de su casa, su acompañante es un televisor, y aunque no lo ve, lo escucha para distraerse.