“Yo vivía en la ciudadela Margarita, en donde todas las casas se hundieron; como un pariente tenía este terreno, me vine para acá”, cuenta la señora, quien pese a los pocos años que lleva en el sector, ya tiene su propio diagnóstico de la situación.

“Como usted ve, aquí el principal problema es la calle, que en invierno está como ahora, llena de lodo, y en verano en cambio es el polvo que nos afecta”.

Las explicaciones de doña María encuentran asidero en una realidad palpable, ya que los grandes pozos están por todos lados.

Algo decepcionada, asegura que sí hay un comité barrial, pero que este sólo se ha preocupado por atender solo ciertas calles, mientras la suya continúa pendiente de todo.

Aníbal Suárez, otro morador, aseguró que si hay algo bueno en ese barrio es la iluminación, la cual, al igual que casi todos los servicios, fueron instalados a partir del terremoto.

Xavier Solís, de OO.PP. del municipio, dijo que por el momento las obras se centran en el cierre del anillo vial y de allí, poco a poco, serán atendidas otras vías.