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Intercultural
Ellas viven del páramo

“Con la paja del páramo hacemos artesanías, y eso nos ha ayudado en nuestras economías”, cuenta Luz Poaquiza, artesana.

Martes 26 Marzo 2019 | 11:00

Ella es de la comunidad de Yurak Uksha, perteneciente a la parroquia Salinas, en Bolívar, que está a aproximadamente seis horas de viaje desde Quito. 

En los altos páramos, dice al referirse al lugar donde habita, los alimentos de la tierra escasean, como papas, ocas y otros productos, porque ya no es posible sembrar debido a las frecuentes heladas que deben soportar y que queman las plantaciones, publica diario La Hora.
Es por esa razón que, en búsqueda de ingresos económicos, las mujeres de su comunidad y de otras poblaciones vecinas aprendieron a tejer la paja que obtienen del páramo. Y, aunque cuenta que es muy duro manipularla, se ha logrado hacer con ella ollas, canastas, platos, floreros, individuales, llaveros y muchos más objetos que son vendidos los fines de semana en Guaranda y Salinas de Guaranda.
En el páramo. El trabajo es duro, reitera Luz. Ellas mismas van al páramo, con machete en mano, a recoger la paja. Así, la experiencia que han adquirido en los últimos años les permite saber cuál es de buena calidad. “La que sirve es la paja verde, porque cuando se seca se pone blanca, y esa sí es buena para tejer”. Saben cómo extender la fibra en el piso, y por tres días, por lo menos, la dejan secar. Vuelven a escoger, separan la que consideran que no es de buena calidad y comienzan a tejer con ella hasta dar forma al objeto que han pensado previamente. Luz, quien estuvo en Quito con una pequeña muestra de las artesanías elaboradas por ella y sus vecinas de comunidad, menciona que tejer una olla de tamaño mediano con su tapa les lleva aproximadamente un día y medio, hasta dos, debido a que no se dedican exclusivamente a esta actividad: también atienden a sus familias y otras labores.
La manipulación de la paja es dura, maltrata las manos, y muchas mujeres ya tienen callos y pinchazos, manifiesta. Sin embargo, muchas más damas siguen aprendiendo el oficio y eso ha generado más oferta, aunque no hay mucha demanda.
Tejidos. También ofrecen shigras tejidas en cabuya, material que lo obtienen en la comunidad de Simiatug, en Ambato, aunque ahora es más fácil confeccionarlas con hilo acrílico, indica Poaquiza. El tejido propiamente dicho lo aprendió desde muy niña con la dirección de su madre, y así lo han aprendido la mayoría de mujeres de la comunidad, asegura.
Pero la manipulación del hilo acrílico supieron realizarla en los talleres que hace algunos años se impartieron en la iglesia de la localidad.
 
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