Brindar ayuda a los demás refleja lo buena persona que somos y hace que todos quieran estar a nuestro lado por lo bien que nos portamos.
Convertirte en un ejemplo es fácil si aplicas buenas acciones en tu diario vivir. Una forma fantástica de sentirte mejor y hacer sentir bien a los demás es practicando la generosidad.
Este valor te hace grande. No de tamaño ni de edad, sino de espíritu.
Una persona generosa está siempre dispuesta a dar la mano a quien lo necesita y por eso nadie nunca le negará su ayuda como muestra de agradecimiento.
Sin embargo, debes tener claro que quien actúa con generosidad no espera recibir algo a cambio. Lo hace porque le nace del corazón aportar para vivir en un mundo mejor.
Hay muchas formas de practicar la generosidad: Compartiendo tus juguetes y alimentos con tus hermanos/amigos, o participando en campañas benéficas para los más necesitados.
Pero la generosidad no se debe aplicar solo con las personas. También debes aportar al cuidado de la naturaleza.