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Eduardo Pico Mejía, el fotógrafo
Eduardo Pico Mejía, el fotógrafo
Por: Libertad Regalado
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Jueves 21 Marzo 2019 | 04:00

Cada ciudad acuna en su seno a muchos seres humanos, cada uno con sus cualidades y defectos, muy pocos con ciertos atributos que los vuelven diferentes, especiales, quienes a lo largo de su vida se ganan el cariño y la admiración de los demás; uno de estos seres fue para Santa Ana de Vuelta Larga, Eduardo Pico, quien nació en 1938.

En este periplo que hemos realizado por los caminos de la historia de este singular cantón, conocí a don Eduardo, y a través de las conversaciones en las reuniones, en las entrevistas, se fue develando este ser humano y eso me permitió valorar el amor por su terruño y su extraordinaria memoria. 
Muchos de los retazos con que se hila la historia de este centenario cantón fueron entregados por don Eduardo, mostró gran interés en que se escribiera sobre determinados temas que ellos los habían vivido. Todos estos recuerdos se convirtieron en textos que se recogen en el libro. 
El introdujo en Santa Ana las cámaras fotográficas, aprendió el oficio en Quito, a su retorno a Santa Ana, encontró que su espacio de sastrería lo había perdido, por lo que sacó la cámara alemana que había comprado y comenzó a trabajar en su nueva profesión; con el tiempo aprendió a revelar las fotografías en Portoviejo con el maestro Alfredo Lozano; instaló su propio estudio, fue parte de la organización de la primera asociación de fotógrafos de Manabí en el año 1973. 
Hasta cuando llegaron los celulares fue el único fotógrafo, por su diligencia en el trabajo lo llamaban de todos los lugares; estaba seguro de que la mayor parte de las familias del cantón, tendrían sus fotografías. 
Nos contaba, que no se sobreponía de la pérdida de su archivo fotográfica en la inundación de abril del 2017, cuando el río se desbordó y cubrió media ciudad, llegó incluso hasta el parque central, los daños que sufriera su casa y de las deudas que tuvo que adquirir para poder restablecer sus enseres. Ha pasado casi los dos años, y otra vez la naturaleza arremete contra la ciudad; y mientras veía inundarse nuevamente su barrio, entrar agua a su casa y cubrir sus muebles, su corazón no resistió a esta nueva desgracia, dejó de latir.
Su muerte acaecida el día 8 de marzo de este año, enluta a sus familiares, a todos quienes lo acogieron en sus hogares como el fotógrafo que era, como el amigo, como la memoria fotográfica de la ciudad y de las parroquias y como ese ser humano sencillo, humilde y bondadoso.
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