Hemos escuchado de la “muerte cruzada”, pero como esto no se ha accionado, se entra con renovado brío a la denuncia tratando de forzar decisiones y crear en unos la duda y en otros reafirmar convicción.  Para una mayoría el talón de Aquiles del Ejecutivo lo constituye el patrocinio que tuvo del régimen de entonces, a más de tener como colaboradores a quienes lo fueron del pasado. También está el hecho de anunciar y tomar decisiones económicas en línea con las del mercado -estoy de acuerdo con el esfuerzo en la búsqueda de un camino- contrarias al criterio de quienes lo apoyaron como de algunos que esperaban se consolide en el país el supuesto estado de bienestar. 

La elección es por cuatro años y para interrumpir el mandato existen mecanismos claramente establecidos, no es cuestión de promover la acción a como dé lugar y conseguir así el objetivo sin importar la legalidad de tal procedimiento.

Las crisis políticas de los últimos años evidencian  retrocesos y decepción popular.  Estas se dieron por desaciertos cometidos que fueron aprovechados políticamente por la dirigencia que tuvo como aliado el desencanto de una parte de la población. 

Tal fue el abuso de sacar gobiernos que terminó en el colapso de los partidos políticos tradicionales que tuvieron que ingeniárselas para, reciclándose, mantenerse vigentes. Y parece que de nada han servido las experiencias vividas porque estaríamos en la antesala de una “crisis institucional” que de no darse rectificaciones, de quienes están promoviéndola como del gobernante, volveremos al mismo derrotero, casi reeditando el  97, que saltándose la sucesión, sus protagonistas cogieron para sí el poder total. 

El gobernante ha implementado  medidas económicas que han sido catalogadas por unos como tibias y otros de paquetazo y, conseguido nuevos préstamos que demandan de otros ajustes, lo cierto es que si se alienta el descontento para crear incertidumbre, terminarán con la democracia real y retornaremos a la de las luces que proyectan los fuegos artificiales, la verdad debe brillar para tranquilidad del país.  Al término del proceso electoral debe propiciarse una crisis ministerial que responda al deseo sincero de iniciar la segunda etapa del mandato con personas sin ataduras con su anterior transitar por ser estas blancos vulnerables de la crítica y fuente de estabilización.