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El legado de jorge
El legado de jorge
Por: Oswaldo Valarezo Cely

Jueves 21 Febrero 2019 | 04:00

La introducción e intercambio de especies vegetales con otros continentes se originó en las épocas de la conquista y la colonia y ha continuado hasta nuestros tiempos para la obtención de alimentos y la comodidad del hombre.

El nim  (neem en inglés) o Árbol de la India es una especie forestal que se ha cultivado milenariamente en ese país asiático  llegando  a  denominarlo  en su lengua como “la botica del pueblo” por sus múltiples beneficios. Entre ellos se le atribuyen propiedades medicinales, aplicación en  planes de reforestación,  uso de la madera y  fines ornamentales. Se desarrolla muy bien en tierras marginales y suelos  empobrecidos con  marcada escasez de agua. Por estas propiedades fue llevado a finales del siglo XIX a zonas deprimidas del continente africano logrando gran adaptación y aceptación de la población. Posteriormente fue traído a  Centroamérica y  las islas caribeñas.
Ecuador  le debe eterno agradecimiento post mortem al ingeniero agrónomo Jorge Vizcarra por ser el pionero de la introducción en 1978 y propagación  de este árbol  cuando desempeñaba las funciones  en el servicio forestal del Ministerio de Agricultura en Manabí. En su publicación “El Neem, especie forestal para el trópico  seco” menciona  que gracias a un convenio entre nuestro  país y Gran Bretaña recibió  3.000 semillas provenientes de Nigeria, que sirvieron para la reproducción y multiplicación,  inicialmente en Manabí y luego en  Esmeraldas y Guayas ( Santa Elena, ahora provincia). Actualmente hay cientos de miles de estos árboles  distribuidos en zonas deprimidas  a lo largo de la Costa ecuatoriana, contrarrestando  los efectos del cambio climático y  purificando el aire que respiramos.  
La versatilidad  de esta  especie  nos unió profesionalmente por su ayuda para investigar sobre  las propiedades como plaguicida natural que se obtienen de sus hojas y semillas, trabajando  en un proyecto conjunto con la sociedad entomológica en los años 80 en la zona de Manglaralto como un aporte a la agricultura orgánica.  Los resultados llamaron  la atención  de investigadores del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) con sede en Colombia para solicitar semillas y asistencia técnica. 
Desde la cátedra en la Universidad de Manabí, Jorge  demostró  su calidad como docente entregando sus sabios conocimientos a agradecidos alumnos de varias generaciones. Su  participación gremial fue muy destacada, pues consta entre los primeros miembros del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Manabí, del llegó a ser su presidente. Su inesperada partida al más allá  nos sorprendió a todos, también al núcleo de profesores jubilados  de la UTM,  al que se perteneció como socio activo,  cuyos miembros  le hicieron un merecido reconocimiento póstumo. Nos queda su legado  como un ejemplo para  la profesión de la ingeniería agronómica y la sociedad en general.
 
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