HISTORIAS. Gonzalo Vélez traga grueso, respira profundo y desvía la mirada. Su dolor es infinito, como infinita es la esperanza de que su niña Ginger, ahora de 18 años, gane la batalla. La adolescente caminaba diariamente 5 cuadras desde la parada del bus hasta la UTM, donde cursaba el semestre básico de Trabajo Social, cuando empezó a tener un intenso dolor en la rodilla. Los exámenes confirmaron el sarcoma y espera la transferencia a Quito para una cirugía. La joven no ha salido del hospital desde diciembre, cuando le diagnosticaron la enfermedad.

Alexandra Bravo ya no tiene lágrimas. A su hijo, de 1 año 7 meses, le diagnosticaron hace un mes leucemia linfoblástica aguda. “Solo dormía, estaba decaído”, cuenta la señora, oriunda de Quevedo.

María Ramos Pilco viaja desde Santa Elena con su hijo de 7 años, que también tiene leucemia, diagnosticada hace un año. Un desmayo, sueño y dolor en el estómago dieron la alerta y después de pasar por 3 hospitales, “incluso en uno de ellos me mandaron a comprar el ataúd”, cuenta.

REALIDAD. Hoy se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer Infantil y las estadísticas van en aumento, según Richard Cedeño, jefe del servicio de hemato oncología pediátrica de Solca . 

En el 2018 en Solca Portoviejo se diagnosticaron 49 nuevos casos de cáncer infantil en pacientes de 0 a 15 años. Incluyendo a los pacientes de hasta 19 años 11 meses, la cifra aumenta.

De 150 a 200 pacientes están activos, es decir sometidos a terapia, y otros 500 en control sin quimioterapia, señaló Cedeño.  

TIPOS. El médico explicó que los tipos de cáncer más comunes son la leucemia aguda linfoblástica, le sigue los linfomas, que son los tumores de los ganglios linfáticos. En tercer lugar están los tumores del sistema nervioso central. 

Y aunque en este momento 9 de cada 10 pacientes con leucemia linfoblástica aguda se curan, los niveles de deserción son preocupantes, porque mucha gente viene del campo, de sitios recónditos, viajando horas, haciendo un gran esfuerzo, comenta el profesional. Además, culturalmente Manabí es una provincia con creencias en medicina alternativa o curanderos que hacen que abandonen el tratamiento diciéndoles que la quimioterapia hace daño, cuando es la única que cura, añade.

El oncólogo explica que tras el diagnóstico vienen 6 meses de quimioterapia intensiva, en los que es alto el riesgo de mortalidad; el tratamiento dura dos años, luego viene el control periódico mensual, trimestral, semestral hasta los 5 años y después una cita anual, dependiendo de las secuelas. Es que allí no termina todo, dice Cedeño, el cáncer puede reaparecer en testículos o el sistema nervioso central, donde es más difícil que acceda la quimioterapia, lo que está determinado fundamentalmente por la genética molecular de la célula 

maligna. Entonces, el paciente debe seguir los controles.