Actualizado hace: 939 días 3 horas
Pedro Pablo Jijón Ochoa
Esclavitud moderna

Empezando enero, junto a mis buenos amigos y “compas” (contracción de compadres) de luchas agropecuarias, don Salim Montenegro y don Votaire Navarrete, nos reunimos una mañana de sábado en la hacienda Voluntad de Dios, ensillamos tres buenos potros andadore; nos acompañaban en el camino el olor a tierra húmeda, el olor a sudor picante de los caballos y la fragancia de los corrales, encaminados por derechura (camino recto) hasta la hacienda América Teresa, donde nos esperaba otro señor y amigo, don Douglas Herrera, para invitarnos un típico desayuno montuvio y analizar la situación del agro.

Sábado 19 Enero 2019 | 04:00

Escuchaba con atención el análisis que hacían mis compañeros, sobre el precio de los productos agrícolas en los centros de producción, sobre los costos de producción, la especulación que ejercen los intermediarios, la crisis del campo por falta de un adecuado plan de comercialización y vibraba en mi mente que la historia se repite, solo cambian los escenarios y los tiempos, que los productores agropecuarios estamos sometidos a esclavitud moderna.
Las civilizaciones egipcia, griega y romana pudieron alcanzar tal grado de desarrollo político, financiero y cultural gracias al trabajo impago de esclavos. En la conquista del Nuevo Mundo, se necesitó explotar grandes cantidades de azúcar, tabaco y café para proveer a Europa, por lo que los conquistadores ingleses, españoles y portugueses se apropiaron de tierras para sembrar estos productos y se desató unas de las movilidades humanas más grandes de la historia, al introducir esclavos africanos, volviéndose un negocio rentable al no tener costo de mano de obra. Recordemos también la historia de esclavitud de los EE.UU. en el siglo XIX, donde los estados del Sur alcanzaron poder financiero gracias a producción del algodón con la mano de obra de esclavos africanos. Hoy en Hispanoamérica y Ecuador, la historia de esclavitud se repite. Los habitantes de las ciudades necesitan diariamente grandes cantidades de alimentos, por lo que se requieren grandes extensiones de tierra, grandes volúmenes de agua, insumos, equipos, asesoría, mano de obra, costos que asumen los productores en su totalidad y que constituyen su activo. Al levantar sus cosechas y encontrarse con la letal intermediación, la industria oportunista, con la falacia de que pagan el precio de mercado, que siempre es bajo, y así el productor agropecuario ha trabajado para que el resto de la cadena se enriquezca y él no reciba el justo pago por su trabajo ni por la inversión de sus activos.
Las organizaciones agropecuarias deben caminar hacia la visión de la agregación de valor de sus productos, desarrollar planes de comercialización, utilizar la tecnología de redes sociales para la búsqueda de mercados, para así levantar la economía campesina y liberarnos de las cadenas del sistema desigual y cruel al que está sometido, lograr la verdadera libertad productiva y financiera que el sector necesita.
 
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