El desarrollo económico de la población se lo identifica por la seguridad o la falta de empleo permanente y firme, a lo que la parte patronal le evade responsabilidad bajo el argumento que no se puede crear empleo permanente cuando las circunstancias estacionales y económicas, si lo hicieran, los llevarían a un colapso ante la poca demanda de mano de obra para labores de una exportación en la que nuestro país vende a países extranjeros, y aquí se argumenta entonces que no tenemos una productividad estable que permita afianzarse en inversiones de altos capitales que deben ingresar al país del extranjero.

Para que ello ocurra, expresan, deben efectuarse cambios a varias leyes y sistemas de contratación laboral. La pregunta es: ¿Nos atrevemos a adoptar estos cambios sin que se alteren las relaciones entre contratistas y contratados?,  aquí un dilema importante por resolver. 

Muchos dicen que esto sí es posible, claro que deben crearse nuevas reglas, por ejemplo, lograr créditos blandos facilitados por el Estado en labores de mayor productividad y al mismo tiempo lograr convenios de exportación e importación que mantengan un flujo permanente de demanda garantizado por la buena calidad y precios convenientes, tanto para el que nos compra como para lo que nosotros adquirimos. No es esto fácil, pero se tiene que iniciar un sistema si con ello se logra tener un mayor número de empleos disponibles.

Esta acción debe acelerarse responsablemente, se ha logrado establecer que el 60% de nuestra nueva masa laboral es joven, muchos dicen que estudian y creen poder compartir tiempos y horarios que les permitan trabajar sin abandonar sus estudios, esto sería muy beneficioso para contar con mano de obra calificada que con el tiempo puede conseguir un trabajo mejor remunerado y de forma permanente, muchos opinarán a esto negativamente, pero dadas las circunstancias de nuestro crecimiento demográfico creo que debe iniciarse algo muy similar a lo propuesto, recordando las proféticas palabras del lirida guayaquileño Don José Joaquín de Olmedo que expresara en su canto a Junín: “Acometed que siempre, de quien se atreve más el triunfo ha sido, que quien no espera vencer, ya está vencido”.