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El riñón de Gaby

Gabriela Álvaro es una joven de 25 años que recibió un trasplante de riñón, pero no fue fácil lograrlo.

Martes 01 Enero 2019 | 15:00

Eran las 4 y 20 de la madrugada del lunes 3 de diciembre cuando Gaby Álvaro recibió la llamada más esperada de las últimas cinco semanas.
Ese fue el tiempo que transcurrió desde que logró entrar a la lista de espera de pacientes que necesitan el trasplante de algún órgano. Ella requería de un riñón, y después de esa llamada volvió a nacer, asegura. 
Pero para que Gaby pueda al fin tener ese nuevo órgano dentro de su cuerpo tuvo que pasar por varias circunstancias desde que se enteró de que padecía insuficiencia renal crónica.
>Los sÍntomas. En enero de 2016 perdió apetito. Algo normal, pensó. Luego, a mediados de año, vinieron frecuentes hemorragias nasales. Un día, cuando venía a Manta desde Quito, pasó todo el viaje sangrando por la nariz. Al llegar, a primera hora acudió a un otorrinolaringólogo, quien le hizo una cauterización y paró lo del sangrado. Sin embargo, este doctor detectó moretones en su cuerpo y le ordenó de manera urgente una cita con un hematólogo. 
Los resultados de los exámenes detectaron una anemia muy severa. Gaby estaba en pie de milagro, según el doctor. En ese momento la enviaron de emergencia al hospital para que fuera ingresada. 
El sueño constante, las menstruaciones abundantes, la falta de retención de ideas, hinchazón en el rostro y otras partes del cuerpo fueron entonces señales que le alertaban de que algo no estaba bien, pero ella nunca las tomó en cuenta.
Ya en el hospital, empezó a someterse a una serie de análisis más completos. Lo que más llamó la atención fue el alto nivel de creatinina, que es una sustancia que elimina, a través de la orina, todo lo tóxico del organismo, es decir que los riñones de Gaby no estaban trabajando normalmente. 
Ese mismo día recibió seis pintas de sangre y al siguiente le diagnosticaron insuficiencia renal. De inmediato fue sometida a su primera hemodiálisis. 
Después de esta primera sesión volvió a sentir hambre. Ella tomó esto como el primer síntoma de recuperación. 
Estuvo dos semanas en Manta hasta que consiguió el pase al hospital Eugenio Espejo en Quito. Allá iba a continuar con el tratamiento de hemodiálisis y a empezar el protocolo para ingresar a la lista de espera.  
>En cifras.  En el período de enero a octubre de 2018 hubo 577 trasplantes a nivel nacional, según cifras del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células (INDOT). Esta es una entidad adscrita al Ministerio de Salud encargada de regular la actividad trasplantológica del país. 
La espera por un trasplante puede tardar años, pero para Gaby fueron solo cinco semanas. Lo que más le costó fue cumplir con el protocolo previo a ingresar a la lista de espera. 
Antes de recibir el riñón sano, pasó por tres operaciones. 
>Operaciones. Tras varios días internada, un viernes recibió la noticia de que el lunes iba a recibir el alta y se haría las hemodiálisis en una clínica cerca de su casa. La felicidad de sentirse “libre” le duró poco, porque el sábado en la noche empezó a toser y a escupir sangre. Los resultados de la radiografía mostraron que el lóbulo inferior del pulmón derecho estaba necrosado; en otras palabras, estaba podrido, dice. 
En 2015 Gaby había sufrido de neumonía y le retiraron un líquido extra de sus pulmones. “El doctor me dijo que es como cuando en un recipiente hay agua sucia y quitan el agua, pero todo queda sucio; eso se acumuló hasta que colapsó”, menciona. 
Debía ser operada sí o sí, primero porque podía desencadenar una tuberculosis, y segundo porque para ingresar a la lista de espera es indispensable estar “sano”.
La operaron y dos meses después recibió el alta. Con el pulmón ahora todo estaba bien.
Las hemodiálisis continuaron, Gaby las acomodó con sus horarios de estudio en Periodismo y trataba de llevar una vida normal. Pero las complicaciones no cesaron. Por su edad, 25 años, el doctor le recomendó realizarse diálisis peritoneales, un procedimiento que permite depurar líquidos y electrolitos en pacientes que sufren insuficiencia renal. La diálisis peritoneal utiliza una membrana natural, el peritoneo, como filtro, según Internet. Al parecer estas no estaban surtiendo efecto. 
Un día de enero de 2017 acudió como de costumbre a la diálisis, la cual duraba 12 horas, pero ese día no se sentía bien. Después de sentir mucho sueño, ella solo recuerda que fue subida a una ambulancia.
Al despertar, estaba en una sala de cuidados intensivos. Había estado cuatro días en coma inducido debido a que convulsionó por seis ocasiones, y para evitar afectaciones en el cerebro el doctor lo recomendó.
Pese a que le diagnosticaron epilepsia, esto fue descartado por los análisis. Sin embargo, debe tomar medicinas para esta enfermedad durante 3 o 4 años.
>Una luz. Meses después, y tras someterse a más exámenes para comprobar su estado de salud y poder entrar a la lista de espera, le detectaron dos piedras en la vesícula.
Le hicieron una cirugía laparoscópica para extraerlas. Tuvo un día de recuperación y recibió el alta. Cuando estaba en casa empezó a sentirse mal y vomitó. Esto hizo que se le abriera el punto de la cirugía. Y no solo eso: aquello le ocasionó una hernia umbilical.
Debía someterse a una tercera cirugía, la de la hernia, si finalmente quería estar en la lista de espera.
Antes de esto recibió un tratamiento ginecológico. Y después de realizarse análisis y cumplir con todos los requisitos, al fin Gaby entró a la lista de espera. Recibir esta noticia fue algo muy alentador después de lo que había sufrido. Lloró de la emoción. Ahora solo esperaba la llamada. Le recomendaron tener siempre cargado y junto a ella su celular. 
El 3 de diciembre, cuando recibió la llamada, Gaby corrió con sus padres al hospital y desde ese momento supo que iba a ser escogida para el trasplante.
Y así fue. También llamaron a otra chica, pero la más compatible era Gaby. La cirugía duró unas cuatro horas. Ese día volvió a nacer. 
Gaby tendrá una mejor calidad de vida gracias a “riñonsín”, como ella le llama.
Además de órganos, una persona puede ser donante de tejidos y células. Para recibir un órgano, el paciente debe estar estable saludablemente; por ejemplo, si tiene gripe no podrá ser intervenido y el órgano pasa al siguiente en la lista.
En Ecuador, en 15 hospitales se realizan estos procedimientos. El INDOT cuenta, además de los Programas de Trasplante, con un Banco de Tejidos. El acceso a un trasplante es gratuito. 
La Ley Orgánica de Donación y Trasplantes de Órganos, Tejidos y Células, aprobada en el 2011, establece que todos los ecuatorianos mayores de 18 años y los extranjeros residentes legales en el país pueden ser donantes, a excepción de quienes manifestaron su deseo de no serlo en el Registro Civil.
>Otra Gaby. Gaby ha pasado casi un mes aislada. Los primeros 15 días en el hospital no podía ni recibir visitas, a más de los médicos. En casa debe estar “alejada del mundo” durante tres meses y volver de a poco a su vida de antes. No podrá tener hijos, pero eso es algo que no estaba en sus planes. “El doctor me dijo que si tengo hijos debo hacerme diálisis todos los días hasta terminar el embarazo”, dice.
En el hospital, Gaby recibió la visita de coordinadores del INDOT para verificar que la casa de salud cumpla de manera adecuada con el proceso de trasplante, y le pidieron escribir una carta para la familia de la donante. Es lo máximo que pudo hacer, ya que, por política, ella no puede conocer su identidad. Lo único que sabe es que se trató de una chica de 17 años que sufrió un trauma craneoencefálico (muerte cerebral). 
La joven salvó no solo la vida de Gaby, sino de otras tres personas. 
Gaby recibió por adelantado su regalo de Navidad. “Esto era lo que yo más pedía; ahora, porque debo estar aislada, no pude celebrar las fiestas con ellos, pero sé que el próximo año lo haré y estaré muy feliz por estar sana. Es el mejor regalo”, expresa.
Mientras se recupera de la operación, se dedicará a hacer su tesis, a hacer lo que más le gusta, con mayor libertad pero con más cuidados, y sobre todo a vivir, añade. 
Los médicos le dieron al nuevo riñón de Gaby una expectativa de vida de 20 a 25 años. Además, ella piensa incentivar campañas de donación de órganos. 
“Amemos a nuestra familia, a nuestros padres, a nuestros amigos. Y a aquellas personas que aún están en espera les digo que no decaigan. Dios tiene planes para todos, ya llegará el día en que reciban esa llamada tan esperada”. Ese es su mensaje.
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