Actualizado hace: 940 días 7 horas 27 minutos
Leonardo Moreira Delgado
Sabios y sabidos

Desde que Pandora abrió la caja y se escaparon todos los males que aquejan a la humanidad, siempre el mundo ha estado contaminado más de sabidos que de sabios, que no es lo mismo ni se escribe igual, pero lo sorprendente es que estos se hayan proliferado por la mayoría de las universidades, aprovechando que fueron tomadas por asalto, para protervos fines politiqueros en la década del Gobierno anterior, donde se entiende debió primar la razón y la ciencia.

Viernes 07 Diciembre 2018 | 11:00

Los “sabidos”, revestidos de insólita prepotencia e ignorancia suprema en educación superior, bajo el oportunista “mérito” de ser adherente de uno de los movimientos políticos más corruptos en la historia de Ecuador, plagados  en  el Consejo de Educación Superior, la Senescyt y el Ceaaces, que hoy le han cambiado el nombre a Caces, pretendiendo que con eliminar letras podrán borrar ese oscuro pasado déspota, fueron los que se inventaron unas series de artificios espurios y descendieron la función del profesor universitario a mero amanuense administrativo, amilanando la masa gris en las IES,  si no se sometían a sus designios.
Estos especialistas en  sapadas criollas, con una sagacidad digna de un doctorado en las mejores universidades del mundo, tuvieron la ocurrencia, inexistente en ningún sistema de educación superior  gubernamental, ni en ninguna de las universidades de mayor ranking en el planeta, de imponer a discreción una leyenda en la página de registro de títulos de doctores en la Senescyt, para inconstitucionalmente y en contra de la ciencia, convertirse en ente supra paralelo a las IES, asumiendo avalar los títulos de doctores, ya reconocidos mundialmente por Universidad.
Estos politiqueros disfrazados de académicos, obsecuentes con la mentalidad abstrusa del capataz de ese Gobierno, hoy prófugo de la justicia, despreciaron y minimizaron el talento ecuatoriano y,  con mañoserías típicas de vivarachos de barrios, mediante espurios actos eleccionarios y administrativos, lo reemplazaron con aventureros foráneos, insólitamente autodenominados PhD, sin ser doctores en Filosofía, a quienes convirtieron en “jefes” en los mandos administrativos y dirección de las universidades intervenidas, quienes a la vuelta de la esquina fueron total fracaso, al no contar con formación y experiencia en gestión.
Hay que retomar que en las IES prevalezca por siempre  la razón, en el ámbito de la ciencia y no en la politiquería y que sean los sabios y no los sabidos los que las administren, partiendo de la sabiduría aristotélica, entendida como aquella virtud intelectual que, siendo ciencia, también es conocedora de los principios para fortalecer la democracia y la ética de Nicómaco, afirmando que todas las artes, investigaciones y acciones libres tienden al bien común.
 
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