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Personaje
Óscar recorre el país con más de mil balones de fútbol

A las 10 de la mañana Portoviejo acoge el frenesí de miles de transeúntes, cada uno con una consigna diferente.

Miércoles 14 Noviembre 2018 | 11:00

 Pero mientras unos van y otros vienen, un hombre permanece quieto, como a la expectativa, en una esquina de la avenida Metropolitana, al pie de una vieja camioneta Chevrolet medio azulada.

Ha llegado desde la ciudad de Ambato, pero no lo ha hecho solo: lo acompañan su esposa Jéssica Peña y un cargamento de balones multicolores, cuya cantidad supera las 1.300 unidades.
Cada uno de ellos tiene una apariencia diferente, pues se trata de balones personalizados; hay de empresas, de deportistas y hasta de políticos que ofrecen su mejor sonrisa a quienes quieran creerles. 
El hombre se llama Óscar Valle y es oriundo de Píllaro -Tunguragua-, en donde, asegura, es parte de toda una zaga familiar dedicada a trabajar productos de cuero desde los tiempos de los abuelos. Él, que ya lleva 30 años en esto, lo explica mejor en sus propias palabras.
“Nosotros recorremos la Costa, la Sierra y el Oriente, a veces lo hacemos en 6 u 8 días, dependiendo de cómo vayan las ventas”, cuenta el hombre en tanto se acerca un cliente a preguntar por uno de los balones más llamativos.
Se trata de Daniel Vera, quien, luego de mucho meditar, pues las opciones son variadas, elige uno de Barcelona, ¿para quién? Para su hijo John Jairo, a quien califica de “barcelonista enfermo”.
“Yo soy de la Liga de Portoviejo, papi, pero cada uno viene con su estrella”, dice Vera, quien pagó 7 dólares por el balón amarillo.
Así como él, movido por la curiosidad, se acerca Floresmilo Palacios. Ha llegado desde la ciudadela Eloy Alfaro del Camino y piensa comprar -más tarde, pues anda haciendo trámites- cuatro balones: dos de Barcelona y dos de Emelec, para repartirlos entre sus sobrinos y pelotear con ellos el fin de semana.
Ante la demanda, Valle afirma que los balones de los equipos del Astillero son los preferidos no solo en Guayaquil, sino en todo el Ecuador, adonde vayan.
Según cuenta el comerciante, en cada ciudad se quedan dos días; van avanzando de a poco, siempre con la ilusión de que la gente sepa valorar lo propio, “porque nosotros sabemos hacer cosas buenas”.
La próxima parada será en Quevedo, Los Ríos, pero, para entonces, los balones de Ambato serán pocos, porque el precio hace que se vendan como pan caliente.
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